Nuestro sagaz reportero visitó las bibliotecas de Chihuahua con un objetivo y sólo un objetivo: ver cómo se luchó la famosa batalla de Stalingrado.
Hitler dijo a su personal de confianza: Los rusos están acabados…
Y en verdad así parecía. Alemania en 1942 tenía tomada por el cuello a Inglaterra, Francia ya era ocupada por tropas nazis, no había movimientos organizados por parte de los rusos, ni estrategias para contrarrestar el ataque alemán en el oeste de Rusia.
Una enorme cantidad de unidades soviéticas huían rápidamente hacia el interior de Rusia. Tanto así que Stalin dio la orden “Ni un paso atrás”, donde escuadrones armados disparaban a todo soldado soviético que quisiera huir ante la acometida alemana.
Entonces, a orillas del Río Volga, aparece Stalingrado. Una ciudad industrial clave para que los alemanes obtuvieran la victoria sobre Rusia en la segunda guerra mundial.
Si Stalingrado caía, Hitler tendría puerta abierta por toda Europa.
La ciudad se volvió un mar de escombros y llamas luego de uno de los bombardeos más destructivos de la historia. Columnas de humo ascienden de entre los restos de la ciudad, y lo que antes fue el hogar de miles de soviéticos, ahora sólo quedan ruinas y cadáveres.
Luego del bombardeo aéreo, más de trescientos mil soldados alemanes entran en la ciudad. Su arremetida no sería lo que ellos esperaban…
Siendo los alemanes un ejército que conquistaba países enteros en cuestión de semanas, ¿cómo en una ciudad tan pequeña se llegó a librar una lucha que duró desde agosto de 1942 hasta febrero de 1943 todo para terminar en una derrota rotunda?
Bueno, el general ruso, Vasili Chuikov, no permitió que la batalla de Stalingrado se convirtiera en “un duelo de caballeros”, como podía pasar en campo abierto. Consiguió que se hiciera una pelea callejera, justo el tipo de pelea que él sabía cómo ganar.
El despiadado bombardeo alemán se vuelve en su contra generando escondites perfectos entre los escombros, escondites donde los francotiradores soviéticos cobraron miles de vidas de los invasores.
Luego, Chuikov equipa a sus hombres con granadas, pistolas y palas con los bordes afilados. Desarrollando así la estrategia denominada “abrazar al enemigo”, donde se motivaba a los rusos a permanecer tan cerca como fuera posible del enemigo. Siendo así, en algún edificio, una habitación podía estar controlada por los alemanes, y otra habitación podía estar controlada por los rusos. El primero en lanzar la granada, ganaba…
Brutal, así se puede describir a la batalla de Stalingrado.
Los soviéticos eran buenos identificando edificios estratégicos en la ciudad. Crean fortalezas que a los alemanes les resultaban difíciles atacar. Abrían agujeros en las paredes de los sótanos para sacar los cañones de la artillería, equipos armados con ametralladoras se ocultan en el primer piso, y en los pisos más altos se encontraban morteros y francotiradores.
Ocurría que, en un segundo un soldado alemán podía asomar su cabeza por alguna ventana, o por el borde de un edificio, encender un cigarrillo o agitar la mano dando órdenes, y al siguiente segundo caer abatido por un francotirador ruso. Los francotiradores se convirtieron en los representantes de la heroica defensa de la ciudad.
Los alemanes simplemente no estaban acostumbrados a librar esa clase de luchas, y la resistencia rusa era cada vez más firme.
Pero aún así, peor que el miedo a ser eliminado por un francotirador, peor que ser sorprendido por una granada, peor que la cruel batalla cuerpo a cuerpo, el enemigo principal de los alemanes fue el invierno ruso, un invierno que puede llegar hasta los -25°C…
Los soldados alemanes no estaban preparados para un invierno así, y se sabe que el frio extremo atonta las células nerviosas que transmiten la información desde el cerebro y dificultan las tareas manuales más sencillas. Recargar un rifle en esas temperaturas no debió ser sencillo.
Toda esta angustiosa batalla rindió frutos para los rusos. En noviembre de 1942, una cantidad de un millón de soldados rusos espera en los extremos de Stalingrado para emboscar a los alemanes.
Friedrich Paulus, comandante alemán en Stalingrado, pide apoyo a Hitler, pero éste no escucha. Hitler ignora la petición creyendo que la batalla estaba ganada.
Paulus no puede realizar ningún movimiento, llega a un punto muerto. Finalmente el comandante alemán se rinde a inicios de 1943 convirtiendo a la batalla de Stalingrado en la primer derrota del ejército alemán en la segunda guerra mundial.
Por último, nos permitimos recomendarles el libro Memorias de un francotirador en Stalingrado. Da en verdad una imagen muy vívida de lo que fue la batalla y las experiencias que llegaron a vivir los soldados soviéticos en la ciudad de Stalingrado.
MUY LINDO ESTE ARTICULO, VALE LEERLO Y ADQUIRIR NUEVOS CONOCIMIENTOS HISTORICOS