Nacionales

Populista y comunista se tienden la mano

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

En estos tiempos de retórica, demagogias y de satanizar ideales, pensamientos diversos y formas de cambiar el orden de las cosas, un par de personajes tan disímbolos, uno populista y el otro comunista, avanzan para conciliar intereses por el bien de sus pueblos.

Si me preguntan qué pensaba unos meses atrás sobre la posibilidad de que Donald Trump y Kim Jong-un, presidentes de Estados unidos y Corea del Norte, respectivamente, se sentaran a dialogar, mi respuesta es que sí podría suceder.

No soy Narvaedamus, eso lo reitero. En estos 15 meses del gobierno del Trump he aprendido del multimillonario inmobiliario que es un negociador salvaje pero astuto. De hecho retomo el calificativo de Carlos Slim cuando describió al presidente norteamericano como un gran “negotiator”.

En cambio, el mandatario norcoreano, en el mismo lapso de tiempo, hizo gala de los más peligrosos alardes de poderío militar con la temida tecnología nuclear, al ordenar el lanzamiento constante de misiles de mediano alcance que mantuvieron en el estrés total a toda la península norcoreana y al Japón.

Fueron muchos meses de tensión entre el país más hermético y aislado del mundo y la primera potencia militar del planeta. El intercambio de amenazas entre ambos era constante y hasta ridículo por el nivel de degradación al que llevaron los dos presidentes la fanfarronería bélica. Los dos presumieron de tener enormes botones para disparar.

En respuesta a los lanzamientos de misiles norcoreanos, Trump ordenó el despliegue de portaviones y parte de su poder naval a península coreana como amague de ataque el régimen de Kim Jong-un. Para entonces los titulares de la prensa aventuraban la tercera guerra mundial.

Oh sorpresa, en un giro que muy pocos sospecharían que pudiese suceder, sucedió. Así como escalaron al máximo las alertas de una confrontación bélica de proporciones bíblicas, igualmente descendieron hasta niveles casi casi de futi compas.

Quién iba a creerlo, en tan corto tiempo los presidentes de las repúblicas separadas se reunieron, se abrazaron, acordaron y prepararon la reunión cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un.

Los juegos olímpicos de invierno en Corea del Sur (2018) sirvieron como preámbulo del retorno al diálogo de los mandatarios de la península coreana que fue dividida en el paralelo 38 tras una sangrienta guerra entre 1950 y 1954.

Desde hace 62 años los del Sur optaron por la economía de mercado. Tras desarrollarse tecnológicamente a partir de la segunda mitad de los años 60s, Corea del Sur se ha convertido en una de las naciones y democracias mejor calificadas del mundo. Marcas como: Hyundai, Kia, LG, Daewoo, Samsung, Hanjin, Toshiba, etc., y el castigo a los corruptos hablan por ellos.

A diferencia de sus hermanos sureños separados, los del norte tomaron el rumbo que les marcaron los soviéticos. El comunismo fue impuesto por la dinastía Kim que se mantiene en el poder desde hace seis décadas. Norcorea se aisló del mundo y los bloqueos económicos de occidente en respuesta a su hostilidad bélica y desarrollo nuclear, arrastraron a la nación a una severa mortandad por la inmisericorde hambruna que los aquejó en los 80s.

Al heredar el poder de su padre, el mandatario actual norcoreano (hoy de 35 años) tan solo contaba con 28 años de edad. Su juventud e inexperiencia política puso a temblar a sus enemigos, principalmente a los más cercanos territorialmente. En los meses subsiguientes de tomar las riendas de su país, Kim Jong-un confirmaba las sospechas de ser líder de un Estado de terror, pues mandó a fusilar a miembros del ejército, del gobierno y familiares cercanos.

Después de siete años en la cima del poder, de haber eliminado a sus enemigos internos y de haber puesto el planeta al borde de una guerra nuclear, el nieto treintañero de la dinastía Kim se apresta para reunirse con su homólogo estadounidense el próximo 12 de junio en Singapur.

Como una probadita de buena voluntad previa a la reunión, el presidente norcoreano restableció las comunicaciones con su hermano-vecino del sur y canceló todas las pruebas nucleares.

La cumbre ha despertado muchas expectativas en todo el orbe. Es de esperarse que la distención propicie acuerdos muy profundos que satisfagan a los dos. Cierto, no es momento de cantar victoria pero sí de aplaudir que estos enemigos a muerte le den esperanzas a la paz.

P.D. Me resultó fácil retomar esta pasión de escribir porque dos personas tan diferentes han dado muestras de querer ser mejores para bien de la humanidad. Esto no significa que los absuelva de sus yerros, no soy quién para hacerlo, solo soy uno más que le dice no a la política del odio y la venganza.